Ella era esplendorosa. Tenía un ímpetu descomunal. Si le gustaba algo se lo llevaba, lo que quería hacer, lo hacía. Yo estoy acostumbrado a tratar seres de esa calaña. Gente sin brida, desbocada, violenta, vital. Herminia era perfecta, no tenía freno. Era extrema, animal. Una verdadera hembra salvaje. La vi cagar a trompadas a dos tipos más grandes que ella. Los dejó tendidos. Al primero lo bajó de una patada en los huevos, y se le fue al segundo que la esperaba, canchereando, dándole cierta ventaja. Le tapó el sopapo que el tipo le sacudió y le pateó la rodilla derecha. Se la dejó con quebradura expuesta. Una loca.
Yo me cuido del amor como de la peste. El amor es para los débiles. Porque el amor destruye.
No me puedo permitir flaquezas. No me puedo ablandar. Tengo que estar entero. La noche que murió Herminia, dos de ellos me llevaron a un bar. Nos re mamamos. Destrozamos el local y a los que estaban adentro. Nadie nos pudo parar. Fue como un homenaje a Herminia. Todos, los tres, nos habíamos acostado con ella. Yo en ese momento era el titular, pero tenía varios suplentes. No soy una persona fiel, por lo que no exijo fidelidad. Me diferencio de esos machos hipócritas que piden lo que no dan. Trato de no ser machista, aunque en el ambiente en el que me muevo es difícil no caer en la tentación de serlo. Ser machista es mucho más cómodo que no serlo. Yo tampoco soy un gran caballero. Es una práctica que exige ciertas destrezas. Más bien soy apático, tranquilo, medido.
Esa noche me despedí de ella. No es que no la recuerde a diario, pero ya no puedo hacer nada, está muerta. No me puedo atar a algo que no existe nada más que en mi cabeza.
Después de eso anduve un tiempo parado, gastando plata ahorrada. Tengo una cuenta en la que siempre deposito algo. La estoy juntando para los gimnasios. En lo que trabajo se saca bastante. Pero siempre hay gastos fijos. Hay que cambiar de auto bastante seguido, para que no lo marquen. Si se conoce el auto de alguien, puede saberse todo. Un auto es lo mas fácil de ubicar. Hay que comprar armas. Hay que arreglar a algunos. También, a veces, hay que guardarse un tiempo o se cae en cana, y eso es un gastadero de plata. En época de gastos imprevistos se reducen los ahorros y es un bajón. Porque después hay que agarrar cosas más peligrosas para recuperar lo perdido.
Después de mi última pelea, me quedé cerca de Torrencio. Me tiraba plata todos los meses. Me sacaba de los agujeros en los que me metía. Medio que me apradinó. Yo pude haber tenido una buena carrera como boxeador. Venía bien, pero me crucé con uno que me bajó del ring para siempre.
Torrencio al tiempo me empezó a tirar trabajitos, encargos, mandados, y de repente estuve metido en la seguridad. Siempre me dio trabajos. Desde que lo conozco nunca me dejó en banda. Yo nunca largué el entrenamiento. Por supuesto que no tengo el estado que tenía cuando era pendejo, pero me mantengo. Soy bueno en esto, y si a Torrencio le rinde, a mí también. El sabe perfectamente que en cualquier momento me meto en otras cosas, y calculo que lo va a consentir, que lo va a entender. Él mismo, de a poco me fue largando soga, dándome laburos en los que sabía que me iba a relacionar con otro malandraje. De las relaciones nacen trabajos para hacer. Siempre se necesitan tipos duros. Hay un par de cosas que estuve viendo, algunas personas que me llamaron, que me propusieron historias. Lo estoy pensando. Todavía no hay nada que me interese. Todos choreos, no me convence. Yo quiero otra cosa, algo diferente. Que tenga que ver más con lo mío. Yo soy guardaespaldas profesional. Eso es lo que me gusta, trabajos tranquilos, sin tanta acción. Mejor todavía si no está fuera de la ley. Pero eso es muy difícil, la plata está del otro lado, y para ir a buscarla hay que saltar el alambrado. En eso ando por el momento, a la pesca. Ya va a aparecer algo interesante.
viernes, 15 de agosto de 2008
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1 comentario:
Bien! Personaje interesante! Presiento que el laburo que busca con tanto afan está cerca...
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